Mientras Katy Perry
brilla en la pantalla grande con su film Part of me 3D, se encuentra
preparando un disco, en el que podría mostrar su personalidad más oscura.
sábado, 12 de abril de 2014
KATY PERRY
Etiquetas:
CURIOSIDADES,
SUCESO
PAUL MCARTNEY NO ES QUIEN DICE SER
UN INFORME FORENCE REVELÓ QUE PAUL MCARTNEY NO ES QUIEN DICE SER
Después de 2 años de investigación, una investigadora española ha
recopilado en su perfil de facebook, grandes evidencias de que el
verdadero Paul Mcartney falleció en 1966 y fue sustituido por un doble.
Bajo el pseudónimo de LAY RUTH, esta investigadora ha realizado un
trabajo riguroso y exhaustivo, que nada tiene que ver con
interpretaciones subjetivas, y si con hechos concretos y análisis
faciales difíciles de rebatir. Su trabajo es titánico y digno de
admiración.
El informe de Carlesi y Gavazzeni
Os presento la traducción al español, directamente del italiano,
hecha por mí, del artículo publicado el 15 dejulio de 2009 en la
revista Wired. En él se detallan las conclusiones a las que
llegaron los forenses; Gabriella Carlesi y Francesco Gavazzeni tras
analizar, con métodos científicos, diferentes fotografías de Paul y
Faul.
Gabriella Carlesi y Francesco Gavazzeni
Hay que decir que no existe otra versión completa traducida al
español de este documento, que incluye también la traducción de todas
las imágenes que se muestran como ejemplo.
Por último, quiero dar un dato importantísimo. Exactamente el mismo día en
que se publicaba este artículo, Faul acudía a la televisión para ser
entrevistado por David Letterman. En dicha entrevista se hizo alusión al
“rumor” sobre su muerte (curiosamente Faul no había querido hacer
comentarios al respecto desde hacía años), pero sin nombrar el trabajo
de los forenses italianos. En un tono entre despectivo y jocoso, Faul
hacía alusión a la portada de Abbey Road y sus sandalias como única
fuente del “rumor”.
Sin más, os dejo con este excelente y revelador artículo.
Pregunte quién era aquel Beatle…
Para escribir una canción como Yesterday es mejor tener un cráneo redondeado. Si en cambio queremos algo un poco más rockero, como por ejemplo, Get back,
es preferible que el cráneo sea estrecho y largo. El hecho de que las
dos canciones tengan el mismo autor conduce directamente al corazón de
un rompecabezas que durante 40 años ha tenido un nombre, e incluso un
acrónimo: P.I.D. (Paul Is Dead). La cuestión es que, por supuesto, Paul McCartney, además deYesterday y Get back,
escribió docenas de composiciones de pop-rock muy exitosas. Por ello,
Paul está en el centro de una de las más curiosas, persistentes y
complejas leyendas urbanas de todos los tiempos, la cual afirma que
murió (lo cual fue guardado en secreto) en el otoño de 1966 y fue
sustituido por un imitador destinado a seguir su triunfal y lucrativa
carrera. Hasta hoy.
Muchas encuestas confirman que la leyenda de P.I.D. se encuentra entre las más conocidas por el público en general. Hoy en día, quizás, nuevas encuestasencuestas
podrían dar resultados incluso más claros, gracias a los
descubrimientos de dos investigadores italianos para verificar toda la
historia, que no se limitaron a reproducir hacia atrás pistas de música o
a interpretar las letras de las canciones, sino que recurrieron a los
estrictos protocolos que rigen la práctica de la metodología de
identificación forense.
Gabriella Carlesi y Francesco Gavazzeni conforman
una extraña pareja: ella es anatomopatóloga, y él un técnico
especialista en análisis de imágenes por ordenador. Ella es una experta
en reconocimiento craneométrico, él pone el potencial de los actuales
equipos informáticos disponibles al servicio de una disciplina que nació
a mediados del siglo XIX: la craneometría. Según el diccionario, “es la
ciencia que se ocupa de la medición del cráneo en relación con la
antropología y la anatomía comparadas”. Para identificar a una persona
con absoluta certeza hay que hacer dos exámenes: las huellas dactilares y
el ADN (siempre que el muestreo se realice correctamente, algo que no
siempre ocurre).
En la ausencia de huellas y muestras de ADN, la
metodología de identificación recurre a la antropometría y, en
particular, a la craneometría, que se basa en el análisis de algunos
puntos específicos. Éstos se encuentran en todas las caras, no cambian nunca y
fueron codificados en el siglo XIX por el francés Paul Broca. ¿Cuáles
son estos puntos? En términos científicos, definimos: la distancia entre
las pupilas, la intersección entre la nariz y la ceja, el punto donde
la base de la nariz se separa el labio superior, la conformación de la
mandíbula y el mentón y, por último, el pabellón auricular. Después se
calcula la forma del cráneo.
Sin embargo, en general, la anatomía topográfica
prefiere hablar, en lugar de puntos precisos, de “regiones”, porque las
áreas de unos pocos centímetros de piel pueden ser características más
útiles para determinar las similitudes y diferencias. La antropometría y
craneometría, aún teniendo su origen en el siglo XIX, son la ciencia
para reconocimiento personal más sofisticada del mundo, utilizada por
los servicios de inteligencia hoy en día. Una enorme base de datos
biométricos de los terroristas más buscados se cruza rápidamente y,
sobre la base de puntos generados por algoritmos, revela la verdadera
identidad de personas grabadas con cámara o fotografiadas en los
aeropuertos. Así, Carlesi y Gavazzeni, uniendo sus habilidades, como
sucede en las series de televisión, son capaces de ver realmente lo que
otros seres humanos no podemos ni siquiera imaginar. Ayudaron en las
investigaciones de dos famosos casos, uno de delincuencia y otro de
intriga internacional: el llamado monstruo de Florencia y el
intento de asesinato del Papa Juan Pablo II. Igualmente, trabajaron en
el asesinato de Erika y Omar en Novi Ligure, y en la investigación sobre
la muerte del periodista Ilaria Alpi. Toda vez que agregan elementos
decisivos para la investigación de la policía y las actuaciones de los
tribunales y comisiones de interrogatorios. Sus estudios antropométricos
sobre fotografías y películas ayudaron a descartar que el somalí Hashi
Omar Hassan matase a Ilaria Alpi y su operador Miran Hrovatin en
Mogadiscio en mayo de 1994. También han abierto una nueva pista en el
caso del monstruo de Florencia cuando, junto con el profesor
Giovanni Pierucci, decano de la medicina legal italiana, demostraron que
el hombre rescatado del Lago Trasimeno en 1985 no era realmente el
doctor Francesco Narducci, principal sospechoso de los asesinatos del
“Monstruo”.
La decisión que empuja a dos expertos de este nivel a
dedicar tiempo e inteligencia en la verificación de P.I.D. (Paul is
dead), se tomó un sábado de marzo de 2006, en el Instituto de Medicina
Forense de Pavía. Aquí estaba el epicentro en torno al cual se reunía el
equipo: el profesor Pierucci, profesor de medicina forense con una gran
pasión por la historia. Estaban grabando entrevistas para un
documental sobre la muerte de Benito Mussolini y Claretta Petacci, tema
sobre el cual Pierucci y “sus muchachos” han hecho sensacionales
descubrimientos analizando fotografías de la Plaza de Loreto, tomadas en
Milán el 29 de abril de 1945. Viejas y dramáticas imágenes que son
capaces de revelar, sólo gracias a las últimas técnicas de análisis,
nuevos detalles inéditos y una dinámica diferente sobre la clásica
teoría de cómo se efectuaron los disparos. En la práctica: no hubo una
doble ejecución simultánea enfrente de la famosa puerta principal de
Giulino di Mezzegra a las 16:10 horas del 28 de abril de 1945, sino que
los dos asesinatos se espacian en unas horas y unos pocos cientos de
metros. Primero, Mussolini, quizás durante una riña, fue disparado desde
la parte frontal y a quemarropa estando en ese momento en camiseta y
sin botas; después ella, vestida con un abrigo de piel, fue cortada en
los hombros con una guadaña. Más tarde, él ya vestido y ella sin el
abrigo, son llevados a la Plaza de Loreto. Ese día, ninguno de los
muchos fotógrafos que había allí podía imaginar cuántas cosas podrían
revelar, sesenta años después, sus instantáneas.
Archivado el caso Mussolini-Petacci, llegó la
propuesta para un nuevo desafío: ¿por qué no echar un vistazo a algunas
fotos antiguas, esta vez de la década de los 60, y demostrar la falsedad
de una leyenda urbana tan generalizada como increíble? Gabriella
Carlesi y Francesco Gavazzeni aceptaron el reto con diversión y un poco
de suficiencia, porque aquí no había cadáveres ni agujeros de bala que
analizar. Más bien tenían que aprovechar al máximo su habilidad para
comparar imágenes, con el fin de averiguar si las dos caras pertenecían o
no a la misma persona. Una especialidad en la que los dos ya habían
trabajado unos años antes, cuando hubo que investigar si en la Plaza de
San Pedro, el 13 de mayo de 1981, junto al turco Ali Agca, que disparó a
Juan Pablo II, estaba o no (y de hecho, se descubrió que sí) el búlgaro
Sergei Antonov.
La unión de la craneometría y la tecnología (que,
entre otras cosas, permite llevar a proporciones homogéneas fotos del
mismo sujeto tomadas en diferentes momentos) ha hecho posible observar,
como nunca antes, una serie de imágenes de Paul McCartney desde la
década de 1960 hasta hoy. Gavazzeni explica: «ahora es infinitamente más
fácil ver y señalar ciertas cosas, porque la técnica de procesamiento
digital permite una velocidad de comparación y una precisión de análisis
muy superiores a los de hace apenas diez años”.
El primer paso es buscar y seleccionar las mejores
fotos, en cuanto a calidad y encuadre, para poder ponerlas en proporción
y llevar a cabo las mediciones y comparaciones. Al final se podrá
emitir un veredicto. Al principio, ni Carlessi ni Gavazzeni tenían
ninguna duda: “En realidad, nos hubiera llevado dos minutos llegar a la
conclusión de que era la misma persona”, recuerda la anatomopatóloga
sonriente. “Un vistazo a lo que hay en Internet parecía suficiente para
resolver la cuestión: los defensores de la teoría de P.I.D., por
supuesto, no trabajan con una metodología correcta que les permita
demostrar lo que ellos quieren». ¿Qué tratan, en general, de demostrar
los muchos sitios web dedicados a la leyenda de Paul Is Dead? Que, en
noviembre de 1966, el “verdadero” McCartney murió en un accidente
automovilístico y fue reemplazado por un imitador, zurdo y músico como
él.
Una operación muy sofisticada (pero no hasta el
punto de no dejar rastro), un engaño necesario para no obstruir un
mecanismo que producía ganancias fabulosas. Tan fabulosas que daban una
bocanada de oxígeno a la economía británica. Y por lo tanto, para la
matriz de la conspiración, gracias también a las muchas pruebas que los
Beatles fueron sembrando durante años en las canciones y portadas de sus
discos, la verdad está clara. No en vano, al Paul McCartney de las
recientes giras, de los éxitos como solista, de la campaña en pro del
vegetarianismo y de los divorcios multimillonarios se le viene
denominando Faul. No Paul sino Faul, una fusión entre fake, que es “falso”, y Paul.
Este apodo es una de las consecuencias de una
tormenta mediática que comienza el 12 de octubre de 1969 con una llamada
de alguien identificado simplemente como Tom (Alfred para algunas fuentes) durante una emisión organizada por el dj Russell Gibb de la radioWKNR de
Detroit. Tom dijo que McCartney estaba muerto, que su desaparición
había sido mantenida en secreto por los otros Beatles y por su mánager
pero que el grupo también había decidido colocar una serie de pistas en
los discos, que nadie aún había descubierto. Esta llamada fue el inicio
a una “búsqueda del tesoro” que, después de cuarenta años, aún no ha
terminado.
“Conocíamos la historia por encima”, dicen Carlesi y
Gavazzeni. «Pero por supuesto no fue nuestro punto de partida. Para
nosotros lo primordial era obtener gran cantidad de buenas fotos, con
una compatibilidad aceptable anatómica y antopométricamente”. La
investigación se llevó a cabo con fotos tomadas antes de 1966 y, por
supuesto, con fotos que databan del año 1967 en adelante; estas últimas
mostraban tanto a los Beatles cuando estaban todavía juntos como a
McCartney en solitario. “No fue tan fácil como parecía,” recuerda
Gavazzeni. «En las fotos de los primeros años noté una incertidumbre
generalizada sobre la datación, algo que no se produce en el período
siguiente. De hecho, algunas instantáneas tienen diferentes fechas
dependiendo de la agencia; además, las mejores fotos son propiedad de
fotógrafos que no se mostraban conformes a proporcionárnoslas con
demasiada facilidad”.
Para hacer una comparación entre dos períodos
diferentes es necesario establecer y fijar algunos puntos de referencia o
marcadores, comparando las mejores imágenes disponibles del mismo
sujeto y que hubieran sido realizadas en un corto espacio de tiempo.
Como base para determinar las proporciones y poder realizar el trabajo
fue sacrificado un aspecto importante a nivel identificativo: la
distancia interpupilar. De hecho, después de haber elegido este criterio
como punto de alineación de las imágenes, no fueron capaces de
utilizarlo para comparar las diferentes fotos. En otras palabras, porque
al tener que poner a escala todo lo demás, algo tenía que cambiar.
Dos imágenes “pre-66”, comparadas tras ser ajustadas en una sola escala de referencia para obtener proporciones homogéneas, mostraron una coincidencia perfecta de
los principales puntos clave. En particular la curva mandibular, la
línea que el ordenador utiliza para definir el perímetro de la parte
inferior de la cara, de oreja a oreja pasando por su mentón, era
prácticamente idéntica. El margen de error era de menos de un uno por
ciento. “La coincidencia perfecta entre dos imágenes es casi imposible”,
dice Gavazzeni, “de forma que, por convención, se considera aceptable no más de un 2,5 por ciento de
diferencia. Más allá de este límite, la discrepancia nos hace
inclinarnos hacia la identidad diferente entre las dos partes
interesadas. Sin embargo, en este caso, la diferencia es de menos del
uno por ciento y no se plantea el problema: las dos fotos muestran la
misma persona». En este punto fue a buscar más fotos, con
características similares, pero tras el “accidente”.
La primera foto útil tomada después de la fecha del
“accidente” es, como decirlo… una imagen emblemática. Está dentro de la
tapa de un disco que no sólo es importante para la historia del rock,
sino también fundamental en el desarrollo de la historia de P.I.D.: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band,
lanzado en junio de 1967. Durante más de ocho meses los Beatles no
habían aparecido en público y ahora lo hacían con un cambio de estilo y
apariencia que, en retrospectiva, no hace más que aumentar las dudas. De
hecho, incluso sin la craneometría, anteriormente los defensores de
P.I.D. habían hallado algunas anomalías que podían alimentar la sospecha
de que quizás algo había ocurrido realmente. Además, incluso sin
conocer la investigación de Gavazzeni, Glauco Cartocci, autor del único
libro escrito en italiano sobre este tema (El caso del doble Beatle, ediciones Robin, 2007) señaló que “por
un lado, no hay duda de que la mayoría de los hechos o indicios son
fácilmente refutables o simplemente resultan ridículos; pero por otro
lado, sin embargo, se puede afirmar que un buen 30 por ciento de ellos sigue siendo inquietante y no es explicable a la luz de la lógica”.
Sólo en el álbum Sgt. Pepper se
han contado más de 40 pistas diferentes, incluyendo las fotos que han
centrado la atención de Carlesi y Gavazzeni. La leyenda de P.I.D. no
habría tenido el impacto que ha tenido, sin otra abreviatura a primera
vista menos oscura: O.P.D. Es lo que se lee en una curiosa insignia que
Mc Cartney tiene en su brazo izquierdo justo en esa foto. Para casi
todos, McCartney el primero, es simplemente una elección al azar, una
pegatina de Canadá. O.P.D. de hecho sería “Departamento de policía de
Ontario”. Pero, según la versión de la conspiración, en realidad indica
la fórmula O.P.D. utilizado por la policía para declarar la muerte de
una persona: Officially Pronounced Dead, oficialmente declarado muerto”.
“Inicialmente escogimos la foto de McCartney en Sgt.
Pepper no porque pensáramos que el significado de O.P.D. fuera
verdadero, sino, simplemente, porque parecía una foto útil para el
trabajo. Ciertamente no nos imaginábamos que nos ayudaría a descubrir
tantas cosas”, dice Gavazzeni.
Esta imagen de McCartney, seguramente realizada en
la primera mitad de 1967, fue luego unida a otra foto, de unos años más
tarde, tomada entre 1971 y 1972. El objetivo era repetir la comparación
ya realizada con fotografías de la década de 1960 y, a continuación,
proceder al examen comparativo de los datos obtenidos de los dos grupos
de fotos. También en este caso, entre las dos nuevas imágenes, había una
buena compatibilidad. Ahora quedaba comparar los datos de las imágenes
de antes de la fecha del supuesto acccidente con las de fechas
posteriores. “La sorpresa fue tremenda», dice Gavazzeni, “la curva
mandibular entre los dos grupos de fotos mostraron una discrepancia de más del 6 por ciento,
muy por encima del umbral de error”. Pero había más. También había
cambiado el desarrollo del perfil mandibular: antes de 1966 cada lado de
la mandíbula se componía de dos suaves curvas; desde 1967 parece que
hay una sola curva. Hay una curva morfológica diferente.
Pero las sorpresas no terminan ahí, porque el
implacable Gavazzeni, como un boxeador que siente que está cerca de
dejar KO a su oponente, se centra con gran interés en esta imagen, en la
que McCartney, ignorante de todo, esboza una sonrisa un poco perpleja:
“A simple vista, se observa lo que será una constante en las fotos a
partir de ese momento, un par de retoques fotográficos bastante
obvios para una mirada experta. Hay una zona gris que cubre el ángulo
externo del ojo izquierdo, apreciable sólo durante un tiempo, y que
posteriormente ya no es visible. Y al investigar con más detenimiento en
ese punto, donde durante años hubo una mancha oscura, ahora hay una mezlca entre una cicatriz y una señal de estiramiento de la piel, como si hubiera habido un retoque estético.
La explicación más inmediata es que, probablemente ya en la década de
los 60, se habría hecho una operación en los ojos quedando todavía algo
imperfectos, lo que durante mucho tiempo se solucionó colocando delante
esa mancha”. También hay un detalle que afecta a la forma del cráneo:
“de hecho, se nota que la forma de la cabeza se ha hecho un poco más
redondeada,” dice Gavazzeni: «se ha reducido la longitud real, mediante un truco que
se hizo durante la fase de impresión”. Cambiar la forma del cráneo de
un individuo adulto es algo imposible. Sin embargo, a juzgar por las
fotos, es justo lo que parece.
Gabriella Carlesi agrega un elemento más: “frente a
la imagen anterior, la de Sgt. Pepper muestra claramente que las
comisuras labiales, es decir, la línea formada por la fusión de los dos
labios, está repentinamente estirada. Cosa que, por supuesto, no es
posible y que los bigotes son incapaces de ocultar”. En otras palabras,
los labios pueden ser hinchados y aumentados en volumen (es una práctica
muy común en nuestros días), pero la anchura de las comisuras labiales
no puede variar tanto. Puede sufrir muy ligeras variaciones, sin
embargo, éste no es el caso de la imagen examinada: aquí la diferencia
entre el antes y el después es demasiado fuerte como para haber sido
causada por cualquier cirugía. Además, bajo el bigote del McCartney de Sgt Pepper, tal vez se intentó ocultar otro elemento: lo que los especialistas llaman el punto naso-espinal o sotonasal.
Es el punto entre las dos fosas nasales donde la nariz comienza a
separarse de la cara. “Se trata de un rasgo muy característico que no se
puede modificar con la medicina quirúrgica. Puede cambiarse la forma de
la nariz pero no el punto naso-espinal”, dice Gabriella Carlesi. “Y
entre el McCartney del primer grupo de fotos y el segundo este punto
varía claramente”.
Sorprendidos al saber que nada de esto podía ser
cosa del azar, Carlessi y Gavazzeni empezaban a admitir que los
resultados les estaban dejando perplejos. Dice Gabriella: “Nos gustó la
idea de aplicar a este caso una metodología rigurosa tradicionalmente
aceptada y requerida para trabajos de cierta importancia. Pero no
imaginábamos que, en algún momento, nuestra investigación tomaría la
dirección que estaba tomando”. El mismo asombro que captura a quienes
analizan en su dinámica (ya sea en el ámbito de la comunicación, lo
esotérico o la música) la historia de la supuesta muerte y reemplazo de
Paul McCartney tomó posesión de los dos investigadores, de forma que se
aventuraron en el estudio de las imágenes que consideraron más adecuadas
para la verificación craneométrica. “Necesitábamos una respuesta y nos
tomó más tiempo,” recuerda Gavazzeni. «Parecía imposible, pero la certeza se hizo más fuerte, día tras día, foto tras foto».
El desafío era tan intrigante, que siguieron adelante, ya que todavía
quedaban otros aspectos importantes por examinar. Comenzando por la
disciplina en la que Gabriella Carlesi sobresale y goza de renombre
internacional: la identificación odontológica.Cuanto
más veía a Paul McCartney cantar y mostrarse sonriente, más elementos
recogía Carlesi para alimentar sus dudas: “para mí la prueba de todas
las pruebas está representada por la forma del paladar, incluso más que los dientes”.
Así como otras cosas son imposibles, modificar el
paladar no lo es, pero a costa de largas y dolorosas operaciones, con
resultados casi siempre imperfectos. Especialmente si se hizo en la
década de 1960. Tras el examen cuidadoso de algunas fotos de McCartney
antes y después del otoño de 1966 en las que sale con la boca abierta,
se observa lo siguiente: “en primer lugar, está el canino superior derecho”,
observa Gabriella Carlesi. «En las fotos de antes de 1966 se nota cómo
sobresale de la línea de la arcada dental. Es el caso clásico de un
diente que por falta de espacio termina desalineándose, empujado por la
presión de los otros dientes. Es curioso que el mismo canino, en fotos
desde 1967 en adelante, siga sobresaliendo pero sin razón aparente: las
imágenes nos muestran que tendría espacio suficiente para alinearse con
los dientes vecinos. Es como si quisieras recrear un detalle en una boca en la cual esta anomalía nunca se habría podido manifestar”.
El verdadero quid del razonamiento de la identificación dental sugerido
por Gabriella Carlesi concierne a todo el paladar de McCartney que,
antes de 1966, se muestra lo suficientemente estrecho como para
justificar varios desajustes en los dientes, aunque de forma menos obvia
que en el caso del canino superior derecho. Después del lanzamiento
del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, el paladar de
McCartney se amplía considerablemente, hasta tal punto que los dientes
delanteros no giran sobre su eje como antes. Con la única excepción de
ese canino. “Un cambio en la forma del paladar”, concluye Carlesi, «en
la década de 1960 no era imposible, pero habría sido muy traumático,
fruto de una tremenda cirugía oral y maxilofacial. En la práctica,
McCartney habría tenido que someterse a una operación que implicase la
apertura de la sutura palatina, la rotura del hueso y luego un
prolongado tratamiento con ortodoncia y prótesis. En otras palabras:
obtener un cambio tan ligero en la década de 1960 a McCartney le habría
supuesto no sólo una intervención particularmente dolorosa y sangrienta,
sino también el uso de un aparato fijo de ortodoncia, que por aquel
entonces eran multibanda, por más de un año. Algo que no hubiera sido
posible ocultar y que tendría repercusiones obvias en la interpretación
vocal de un cantante profesional. «Pero», dice Gabriella Carlesi, “¿qué
razones podría tener Paul McCartney para someterse a semejante
calvario?”
Es inútil hacer la pregunta directamente al
interesado: Paul McCartney, igual que los otros Beatles, siempre ha
preferido esquivar las preguntas directas o incluso usar la ironía para
ridiculizar todos los hechos. Entre Paul McCartney y la leyenda de su
muerte siempre ha habido una especie de juego del escondite. De hecho,
afirman Carlesi y Gavazzeni, si realmente quisiera poner fin a toda esta
historia, McCartney podría haberlo hecho hace mucho tiempo.
Cuando estaba con vida, su padre podría haberse
hecho una prueba de ADN que relegase la historia de P.I.D. de una vez
por todas al mundo de las leyendas. O Paul podría también haber
recurrido a su hermano menor, Mike. Y en cambio no hizo nada.
De hecho, la única vez que se vio obligado a hacerse
un examen de este tipo provocó más preguntas y nuevas sospechas. Fue
por una mujer alemana de 45 años, Bettina Krischbin,
que se autodenomina hija de McCartney, fruto de un romance entre el
joven músico antes de ser famoso y Erika Wohlers, una rubia muchacha de
Hamburgo, donde los Beatles llevaron a cabo parte de su aprendizaje como
músicos. En 1961, cuando nació Bettina, McCartney se negó a reconocer a
su hija oficialmente pero, curiosamente, contribuyó a su mantenimiento
durante años con un pago mensual de 200 marcos. Erika se conformó,
Bettina no. Y, una vez adulta, decidió recurrir a los tribunales para
obtener el reconocimiento oficial de su padre. Las pruebas de paternidad
no dieron los resultados deseados. Pero Bettina tiene la sospecha de
que hubo un engaño: en su opinión, a la prueba se presentó un doble de
su padre, como muestran las fotografías tomadas ese día; además, la
firma, según el análisis de un experto grafólogo, no sólo no la hizo un
hombre zurdo, sino que era también algo diferente de otros autógrafos de
McCartney. Las incertidumbres continúan acumulándose, especialmente en
virtud de la última carta, el último as en la investigación de Gabriella
Carlesi y Francesco Gavazzeni: un detalle de unos pocos milímetros
cuadrados que en un tribunal podría ser decisivo.
Técnicamente se llama “tragus”. Todos tenemos dos,
uno por cada oreja, pero las características son diferentes y únicas en
cada ser humano. “En Alemania, en un procedimiento de reconocimiento
craneométrico, la identificación de la aurícula derecha es equivalente a tomar las huellas digitales”
recuerda Carlesi. Pero, ¿qué es el tragus? Es una pequeña protuberancia
de cartílago que sobresale entre la entrada del conducto auditivo
externo y la cara y que, al igual que el resto del oído, es inmutable
quirúrgicamente. Entonces, ¿cómo podemos explicar las
diferencias entre la oreja derecha de Paul McCartney en una instantánea
antes de 1966 y otra realizada probablemente en la década de 1990? No
es sólo el trago lo que tiene una conformación diferente sino también
otras partes como los relieves del hélix y el antihélix situados justo
por encima del canal de entrada. Cosas que a un simple mortal pueden
parecerle irrelevantes o poco claras pero que, por el contrario, cada
día, permiten a los expertos localizar e identificar personas, cuerpos,
fotografías, etc.
Sin embargo, incluso frente a estas consideraciones,
el escepticismo se resiste a morir. “Todavía no sé qué pensar, dímelo
tú”, admite Gavazzeni, que se declara fan de McCartney, quien quiera que
sea. Mientras, Carlesi se limita a observar: “las dudas son muy fuertes
y las discordancias muy numerosas, pero no sé si puedo expresarme aún
con absoluta certeza. Sobre todo porque estamos hablando acerca de un
personaje tan conocido y más importante aún: vivo. Frente a un cadáver
sería más claro: las conclusiones a las que he llegado se podrían
confirmar realizando pruebas más exhaustivas y concluyentes. Sin
embargo, cabe decir que, si hubo sustitución, la verdadera obra maestra
fue encontrar un doble con unas características antropométricas tan
similares al “original”, admite. “Hay que decir que los análisis
antropométricos tienen que ir acompañados, necesariamente, de exámenes
de otro tipo para formular una certeza pericial al cien por cien.”
Al no pronunciarse y no llevar, al menos
abiertamente, la investigación hasta sus consecuencias finales, Carlesi y
Gavazzeni encarnan la esencia misma de la contradicción de la leyenda
de Paul is Dead. Dos posibles razonamientos chocan sin la posibilidad de compartir la misma verdad. ¿Cómo
no preguntarse cómo puede un hombre, en cuestión de meses, alterarse la
forma del cráneo, el paladar, la boca, la nariz, la mandíbula y las
orejas sin dejar de cantar y componer música? Por un lado
existe la dificultad para aceptar que haya habido un intercambio de una
persona casi perfecto; por otro lado, la craneometría apoya muchas de
las pistas que se pueden encontrar en las canciones, portadas y videos
de los Beatles.
Como vemos, las preguntas que pueden haber encontrado una respuesta
son sustituidas por otras, no menos desafiantes. Empezando por aquella
que nadie, ni siquiera el sujeto en cuestión, parece ser capaz de
responder: ¿Quién es el hombre al que llaman Paul McCartney?
Hasta aquí, el artículo tal cual fue publicado…
CONCLUSIONES
Según la ciencia forense, y en base a estrictos métodos de
medición, el Paul McCartney de antes de 1966 y el posterior no son la
misma persona.
Los dos forenses no creían en la muerte de Paul,
por lo tanto no estuvieron influidos en ningún momento por el rumor.
Todo lo contario, lo que pretendían en un principio era demostrar su
falsedad.
Según el experto en gestión de imágenes por ordenador, Francesco
Gavazzeni, hubo incluso manipulación en las fotos de Faul para tratar
de disminuir la longitud de su cráneo, así como para disimular los
efectos que la cirujía había ocasionado en uno de sus ojos.
Igualmente, se detecta que Faul se operó el canino superior derecho
para asemejarlo al de Paul, ya que era un rasgo muy llamativo y
distintivo de éste. Carlesi, experta en la identificación odontológica,
demuestra que este efecto no es natural, basándose en el tamaño y forma
de su mandíbula. Igualmente detectaron que los dientes, por su color, no
eran naturales, sino fundas de cerámica.
Asímismo, la presencia del bigote tenía como objeto disimular la
fuerte discordancia de la comisura labial y la línea naso-espinal,
imposibles de retocar mediante cirujía plástica.
También quisiera comentar que, para unos cirujanos y ortopedas
capaces de realizar intrincadas operaciones y crear máscaras de látex lo
suficientemente detalladas como para perpetrar tal engaño, no sería en
absoluto difícil “crear” una cicatriz en el labio de Faul.
Hasta aquí, junto con las numerosas pruebas fotográficas que hemos
mostrado en nuestras páginas, sabemos que Faul modificó sus dientes,
aumentó sus labios y se puso una cicatriz, cambió la forma de sus ojos y
cejas, levantó su nariz, se dejó durante un tiempo un bigote para
disimular la distancia entre la nariz y la boca y las comisuras
labiales, se colocó máscaras de látex para crear unas mejillas y
contorno de rostro que no eran los suyos y utilizó orejas falsas de
plástico. Casi nada…
Engañaron a muchos, pero no a dos expertos forenses que, asombrados,
conseguían en 2009 la evidencia más irrefutable que tenemos de que Paul
McCartney fue sustituído. Mientras tanto, Faul asistía a una entrevista
en la que recordaba con sarcasmo cómo le miraban en el pasado algunos de
sus fans, diciendo:
¿IT’S HIM? ¿IT’S HIM? OR…¿A VERY GOOD DOUBLE?
Saber mas:
miércoles, 2 de abril de 2014
Y SON LOS MÁS POPULARES
martes, 1 de abril de 2014
EVERGLADES
Los Everglades de
Florida, ubicados en la parte sur de dicho estado, en uno de los
humedales más grandes del mundo.
Cientos de años atrás, este humedal abarcaba gran parte de la
cuenca hidrográfica de 5,184,000
acres que cubre casi una tercera parte del estado de Florida. Los
Everglades consisten de una capa de agua llana que se desplaza
lentamente sobre terrenos bajos y a través de billones de hojas de
hierba cortadora. A medida que el agua se desplaza a través de los
Everglades, hace que las hojas formen ondas como olas verdes; es por
esto que los Everglades reciben su apodo de el “Río de Hierbas”.
Foto: Pájaros alimentándose en las llanuras del humedal, Condado de St. Lucie,
FL. Foto cortesía del Distrito de Manejo de Aguas del Sur de Florida.
Ubicado al sur de Florida, el Parque Nacional de los Everglades es la zona más salvaje de los Estados Unidos. Se trata de un terreno pantanoso con una extensión de 6.000 kilómetros cuadrados que parece no terminar nunca.
Aerodeslizador surcando los Everglades
Caimán agazapado en la ciénaga
Comprobando la poca profundidad de los Everglades
Espectáculo de caimanes en los Everglades
Everglades
es uno de los mayores páramos subtropicales del mundo. Debido a su
belleza salvaje y a la gran cantidad de animales exóticos que habitan el
lugar, los Everglades han sido declarados Patrimonio de la Humanidad, Reserva de la Biosfera y Humedal de Interés Internacional.
En el humedal hay una floreciente vegetación que todo lo cubre, las ciénagas se encuentran cubiertas por una hierba muy larga y fina que se mece con el viento mientras saluda a sus visitantes.
Para
conocer bien los Everglades debéis hacer un tour con alguna de las
decenas de compañías que trabajan en la zona. Según avancéis por la ruta
41 empezaréis a ver decenas de carteles de granjas de cocodrilos.
Visitando una granja de cocodrilos
Debido a la pequeña capa de agua que lo cubre todo, la única forma de conocer los Everglades es a bordo de un aerodeslizador (una especie de lancha que funciona con un gran ventilador) y esto es lo primero que haréis al llegar a la granja, recorrer los humedales a toda velocidad en busca de cocodrilos y caimanes.
Si el paseo en lancha ha abierto vuestro apetito, en el restaurante de la granja tendréis la posibilidad de probar uno de los deliciosos platos hecho a base de la fauna local (por ejemplo, una nutritiva hamburguesa de cocodrilo).
Después
de la comida, podréis deleitaros con los emocionantes espectáculos de
cocodrilos que se realizan en la granja, además de poder fotografiaros
con distintos ejemplares.
Tomad precauciones
Hay tres cosas que no debéis olvidar llevar a los Everglades: loción anti mosquitos, crema para el sol y, puestos a pedir, un buen sombrero bajo el que cobijaros.
Una visita imprescindible
Tanto el contemplar ese magnífico paisaje, como el recorrer los humedales en aerodeslizador, son experiencias únicas que sólo pueden realizarse en algunos lugares del mundo.
No tengáis miedo a dejar las playas por un día, los Everglades son un lugar único en el que vivir una experiencia diferente.
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