jueves, 19 de abril de 2012

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN TU MENTE?


Por Monica zerpa

Nosotros somos una compleja maquina pero con alta tecnología, fuimos creado a imagen y semejanza del Padre, tal vez esa supremacía no la entiende muchas personas o simplemente la entiende y la codifican bajo su óptica y se convierten en pequeños “ Discapacitados emocionales”, somos como dije anteriormente una maquinita muy compleja, en donde todo es un engranaje perfecto para poder desarrollar todas nuestras capacidades y de paso con un sin de herramientas para ser co-creador del planeta legado de nuestro Padre Amoroso y sabio.

Que pasa entonces con nuestra mente la cual muchas veces comete grandes errores que de paso estos atrasan nuestro crecimiento personal, tal vez en la estructura de pensamiento un diente del engranaje se zafo y no hay el equilibrio que es primordial para el funcionamiento de nuestros pensamientos y emociones y allí, es entonces necesario buscar una ayuda profesional, pero allí comienza el dilema para muchos y lo primero que dicen en forma alarmante “ Yo no soy loco “o “No necesito ayuda, salgo solo de esta situación”, pues no a veces necesitamos ayuda profesional y esto no quiere decir que estamos locos, debemos pensar que a veces hay situaciones que no podemos manejar porque estamos profundamente involucrado y se nos ata las manos y necesitamos de una persona que nos ayude a clasificar la situación, ascender sobre ella y utilizar las herramientas que nos otorgara el profesional y nosotros mismo y con su guía podemos enchanchar nuevamente ese diente que se salió del engranaje, las discapacidades emocionales son problema que suelen venir por una niñez traumática, muchos autores también lo aducen al nacimiento y otros mas audaces al momento de la concepción, a sufrimientos, estados de schok por pedidas de personas amadas, y perdemos el equilibrio mental, otras patologías pueden ser problemas de conductas, pánico y otros trastornos que necesitan de un especialista, la mente humana es un esquema, programa, o un chip que manejamos desde nuestro nacimiento, la etapa mas importante es de 0 a 7 años, donde se refuerza la personalidad del niño, y en donde los padres tienen una gran responsabilidad porque de allí es la creación del hombre o la mujer del futuro; con sus complejos, sus miedos y muchos traumas que se crean desde esa etapa, cuando no nos damos cuenta del problema a tiempo y pasa las diferentes etapas hasta la adultez, las discapacidades emocionales y mentales también crecen hasta que colapsan y crean una series de desequilibrio dependiendo de la persona. Así que cuando necesites ayuda búscala porque es necesario y vital mantener tu maquina en perfecto estado, un aceite de amor, de cariño, compresión es un buen mantenimiento. 





viernes, 13 de abril de 2012

BURBUJA COSMICA


EVENTO EXTRAORDINARIO BURBUJA COSMICA

 

Extraordinario evento captado por Satélite Stereo Ahead desde el 27 de Febrero 2012, hasta hoy 10 Abril. Burbuja galáctica transita como cualquier Astro en campo de visión, transformándose desde un núcleo mas visible y pequeño a un circulo-globo mas grande en el trascurrir de los días manteniendo su estado , descartamos anomalías de lente puesto que transita, NASA soluciono el enigma bajando resolución, delimitando y reduciendo imagen, seguiremos observando. Ra Station Club. 11 Abril 2012 . 




 

 

domingo, 8 de abril de 2012

CONTRA EL ESTRÉS



Para los humanos, el contacto físico es una necesidad, una fuente de bienestar que nos hace sentir protegidos, amados y reconocidos por el otro. Tan sólo un abrazo desencadena sustancias químicas que ayudan a reducir el estrés y a entablar lazos emocionales.
La piel posee receptores sensitivos que envían señales a la corteza cerebral. Este mecanismo permite percibir frío, calor, caricias, cosquillas, pellizcos y si una superficie es suave o áspera.

Georgina Montemayor, académica del departamento de anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica que al recibir un abrazo, un apretón de manos o una caricia, el cerebro libera oxitocina, también conocida como hormona del cariño, la cual permite el apego y que los seres humanos se busquen los unos a los otros.

“Cada zona del cuerpo está representada en la corteza cerebral: párpados, orejas, pies, órganos sexuales, piernas, nuca. Por eso donde nos toquen vamos a sentir, aunque hay partes, como manos y labios, que ocupan mayor espacio en la corteza cerebral, por tanto, son más sensibles al estímulo.

Con ayuda de la resonancia magnética (que permite hacer imágenes del funcionamiento del cerebro), los científicos han observado que al recibir un abrazo, un apretón de manos o una caricia se libera oxitocina. Esa sensación de bienestar con un amigo, los padres o la pareja “se logra gracias a la oxitocina y a la vasopresina, que se parecen mucho.

La segunda, la vasopresina, aparece más en hombres y la oxitocina la produce más el sexo femenino”. Eso explica por qué las mujeres pasan gran parte del tiempo con amigas y por qué les gusta ser abrazadas constantemente.

“Para que un abrazo produzca oxitocina suficiente para una mujer debe durar cuando menos un minuto, y tiene que ser tranquilo, no como los que dan muchos hombres, con palmadas o golpecillos en la espalda. Las mujeres no abrazan así, incluso hasta nos mecemos al abrazar; a los varones esa cercanía los pone nerviosos.”

Estudios científicos internacionales han demostrado lo relevante que es para los mamíferos el contacto físico. Monos bebés fueron separados de sus madres y colocados en jaulas con dos sustitutas artificiales: una figura de alambre que les proveía leche y otra de felpa que no los alimentaba. La sorpresa de los investigadores fue grande al descubrir que las crías se acercaban con mayor frecuencia a esta última. El contacto con la felpa satisfacía su necesidad de consuelo.

La Dr. Montemayor destaca que el ser humano no puede desconocer la principal herencia de los mamíferos: vivir en grupo. “Para eso necesitamos lazos, que se logran gracias a la oxitocina.”

Durante la Segunda Guerra Mundial se crearon albergues para los pequeños, sobre todo recién nacidos, que habían perdido a sus padres. Las enfermeras los bañaban, vestían y alimentaban; sin embargo, muchos bebés morían pronto por la falta de contacto físico estrecho. Los niños necesitan abrazos, caricias, entre otras expresiones del amor materno para sobrevivir.

Otros estudios muestran que gran parte de la depresión de los ancianos se debe a la ausencia de contacto físico con otras personas y no a la falta de sexo. “La oxitocina genera una sensación de bienestar y calidez. El cerebro del recién nacido establece el contacto visual con la madre por la oxitocina. Ésta tiene funciones fuera del cerebro: en las mujeres aparece en el momento previo al parto, es necesaria para contraer el útero y expulsar al bebe; cuando nace el niño hay altos niveles de oxitocina en cuerpo y cerebro. Esto genera apego, pero también pérdida de la memoria; quizás por eso las mujeres se vuelven a embarazar y no recuerdan lo doloroso que fue el parto.

Pero esta sustancia no sólo aparece durante el contacto físico con el ser amado, amigo o familia, sino también se produce en la interacción con mascotas. “Si durante una semana todos los días al llegar a casa acaricias la panza del perrito, te mirará a los ojos en busca de apego. Y a ti, sólo por acariciarlo, se te baja la tensión arterial y la ansiedad, y si estás deprimido, disminuye un poco la depresión. Sin embargo, esa sensación no se presenta cuando existe contacto con personas que acabamos de conocer, pues es necesario que se generen vínculos afectivos”, concluye la investigadora.






 

lunes, 2 de abril de 2012

LOS GENOMAS DE LOS HOMÍNIDOS



QUE NOS DIFERENCIA DEL GORILA ¿?
Nicolás Jouve de la Barreda es catedrático de Genética, Consultor de Pontificio Consejo para la Familia y presidente de CíViCa


El Homo sapiens es una especie joven, de una antigüedad de unos 150.000 años, nacida en el centro de África y única superviviente de una línea desgajada de las ramas evolutivas de los restantes homínidos hace más de 6 millones de años. La joven rama de la «genómica» ha permitido secuenciar el ADN completo de los genomas de nuestra especie y de dos de los homínidos mas emparentados, el chimpancé y el gorila. El estudio comparativo posterior de los genomas de las tres especies nos está dando a conocer las claves para entender qué nos hace ser humanos, sin que parezca existir, como probablemente cabría esperar, una relación entre la coincidencia de las secuencias de ADN y la singularidad especial del ser humano.

En su conjunto la familia de los homínidos se ha diversificado en una serie de líneas evolutivas divergentes de las que la más próxima a los seres humanos es la de los chimpancés, Pan troglodytes, y su pariente cercano el bonobo Pan paniscus, con los que nos distancian más de 6 millones de años de divergencia.

A su vez, humanos y chimpancés se separaron hace cerca de 10 millones de años de la línea que ha conducido al gorila actual Gorilla gorilla, y el conjunto de todas estas especies se había separado de la línea evolutiva del orangután Pongo pygmaeus hace unos 15 millones de años.

Cuando hablamos de la separación evolutiva de dos especies lo que estamos significando es que hubo un momento en que los miembros de una de ellas se aislaron reproductivamente de la otra, de modo que al cesar el intercambio genético comenzó un proceso de acumulación de diferencias y selección natural independiente, que a la larga conduciría a la diferenciación de las características genéticas entre sí. Por ello, para entender el grado de afinidad que se conserva entre todas estas especies tan importante es conocer lo que mantienen en común como interpretar lo que las diferencia, y sobre todo explicar lo que las distingue en función de los datos que se puedan extraer del análisis comparativo.

La separación evolutiva tiene su reflejo en la distribución geográfica. De este modo, el orangután que es la especie más distanciada del resto en su separación filogenética es también la que habita en el área más alejada del conjunto de los Homínidos. Su hábitat son las húmedas selvas de Indonesia y Malasia, donde lamentablemente la influencia humana ha determinado que sólo queden unos 35.000 ejemplares en libertad, la mayoría en la isla de Borneo. Del resto de las especies, el gorila Gorilla gorilla y los dos tipos de chimpancés habitan en las húmedas selvas tropicales de las llanuras y montañas africanas, si bien el pequeño bonobo sólo existe en el Congo y su situación es de gran riesgo de extinción, con una población libre actual inferior a 15.000 ejemplares en su hábitat natural.

Durante mucho tiempo se ha tratado de investigar las diferencias y semejanzas de este conjunto de especies, principalmente para tratar de entender en clave biológica cómo pudo la evolución generar un ser consciente, parlante y cooperador a partir de unas bestias instintivas, gesticuladoras y egoístas. De acuerdo con Francisco Ayala, «Es particularmente interesante el caso de los humanos, ya que su capacidad muy desarrollada de percibir el entorno y de reaccionar a él de forma flexible es quizás una de las diferencias más fundamentales que distingue a los humanos del resto de los animales…». Esto es fundamental pues las grandes diferencias entre el hombre y sus parientes más próximos no son de carácter físico o biológico, sino de una índole más sutil y extraordinaria que cristaliza en una serie de capacidades únicas en el conjunto de la naturaleza, la autoconciencia, la comunicación por medio del lenguaje simbólico y el comportamiento ético [1].

Tras la culminación del proyecto Genoma Humano, hace ya 9 años, quedó demostrado el poder del conocimiento de los mapas genómicos, los catálogos de genes y las secuencias del ADN que los constituyen, no solo del genoma humano, sino en cualquier especie. Esto abría paso a la posibilidad de hacer comparaciones que permitiesen explicar las diferencias existentes entre unas y otras. En el caso de los homínidos, la información comparada de los genomas es de una gran importancia para avanzar en el conocimiento de su historia evolutiva, la fisiología humana y sobre todo para comprender la singularidad de nuestra especie. Todas las cualidades físicas y mentales que hacen del hombre una especie tan singular deberían tener su reflejo en el genoma por ser ahí, en la sede de la información genética, en el ADN, en donde se encuentra el conjunto de instrucciones, el programa de desarrollo y las pautas de comportamiento que pudieran estar determinadas biológicamente como específicamente humanas.

Lo que es cierto es que en el ser humano conviven dos dimensiones de distinta naturaleza, una material y otra espiritual, y precisamente esta es la principal de las diferencias entre el hombre y el resto de seres vivos. Lo que es evidente es que la especie humana muestra una capacidad singular de percibir el entorno en que vive y de reaccionar a él de forma flexible, lo cual implica de entrada que esta dimensión que no es material difícilmente pudiera mostrarse en el análisis del genoma. Lo que sí podemos esperar de la comparación genómica es una explicación a aquellas diferencias anatómicas que a su vez permitan explicar la aparición de una capacidad propiamente humana.

En el 2005, un par de años después de la finalización del proyecto genoma humano, se terminó el proyecto genoma del chimpancé, y a principios de 2012, un equipo científico dirigido por los investigadores Aylwyn Scally y Richard Durbin del Wellcome Trust Institute (Reino Unido), ha anunciado la culminación del proyecto genoma del gorila, por lo que ya se pueden establecer comparaciones parciales entre las secuencias de bases nucleotídicas del ADN de los genomas de estas tres especies [2].

Desde que se secuenció el genoma del chimpancé, prestigiosas revistas como Nature, Science, Genome Research, etc, empezaron a publicar comparaciones de las secuencias homólogas del genoma de esta especie con el del ser humano incluyendo en la comparación en algunos casos lo que parcialmente se sabía del genoma del gorila. Los resultados iniciales indicaban que las diferencias de los genomas de las tres especies eran de alrededor del 2%, si bien se enfatizaba en la existencia de genes y de regiones del genoma con mayor o menor homología [3]. En uno de los primeros trabajos comparativos, los investigadores Chen y Li habían publicado que en un total de 115 millones de pares de bases nucleotídicas distribuidas al azar por todo el genoma de las tres especies, las secuencias humanas eran 98,76% idénticas a las de los chimpancés y 98,38% idénticas a las secuencias de gorila [4].

Hay que tener en cuenta que estamos hablando de genomas que tienen una cantidad de ADN cifrada en unos 3.100 millones de pares de bases nucleotídicas (3.100 millones de escalones de la doble hélice), y que una divergencia de un 2% en toda esta ingente cantidad de ADN significa de entrada alrededor de 62 millones de diferencias en las bases nucleotídicas. Dejando a un lado el 58% del genoma de estas especies cuyas secuencias de ADN no están implicadas directamente en la síntesis de proteínas o en tareas de regulación de la expresión, el 42% restante, que sería el realmente implicado en tareas funcionales, acumula mucha variación que podría explicar las diferencias que apreciamos entre el hombre y nuestros parientes más próximos. Los datos aportados por la comparación genómica demuestran que hay muchas mutaciones de cambios, pérdidas o adiciones de bases que pueden determinar diferencias de aminoácidos y funcionalidad en las proteínas codificadas por los mismos genes en las tres especies.

Tras la información que aporta la secuenciación completa del genoma del gorila, se mantiene el elevado grado de coincidencia de las secuencias del ADN de los genomas de las tres especies y se constata que aunque la mayor parte de los genomas del chimpancé y humano son muy parecidos, hay al menos un 15% del genoma humano más parecido al del gorila que al del chimpancé y otro 15% de los genomas de las dos especies de simios más coincidentes entre sí que con respecto al ADN humano. Este alto grado de similitud genómica abunda en la idea de que las diferencias apreciables en las cualidades que nos hacen humanos no han de estar tanto en la estructura de nuestros genes, como en su funcionamiento. Es decir, dos especies distintas, con los mismos genes, pueden mostrar comportamientos o cualidades biológicas diferentes si divergen en los niveles de expresión, en el momento del desarrollo en que los genes actúan y en su interacción funcional con otros genes.

Otro aspecto de interés en el estudio comparado de los genomas de especies afines se refiere al ritmo o velocidad de los cambios que se aprecian desde la separación evolutiva de las especies. Es lo que en términos genéticos se denomina el «reloj molecular» y que se puede cuantificar directamente de la comparación de las secuencias de las bases nucleotídicas del ADN o de los aminoácidos de las proteínas con un simple parámetro conocido como «distancia mutacional». Algo así como el número de modificaciones por unidad de tiempo. Al hacer este tipo de análisis se observan resultados muy interesantes. Así, los genes relacionados con la percepción sensorial auditiva y el desarrollo del cerebro de las tres especies mostraron una evolución acelerada con respecto a otras regiones del genoma, siendo particularmente alta en los seres humanos y los gorilas.

Sin embargo, existe evidencia de que el ritmo de modificaciones en determinadas regiones del genoma humano es más acelerado en la evolución del hombre que en la del chimpancé y el gorila. Entre estas regiones se han encontrado genes y secuencias de ADN implicadas en funciones tan importantes como la capacidad de comunicación oral, la transmisión de señales nerviosas o las cohesiones intercelulares. La trascendencia de estos cambios es fundamental para entender el grado de especialización evolutiva al que ha llegado cada especie y muy particularmente para el espectacular desarrollo cerebral y de la inteligencia humana. Hace un par de años, Svante Pääbo, genetista sueco que desarrolla su actividad en el Instituto de Antropología de la Universidad de Leipzig en Alemania, señalaba que «el cerebro humano ha acelerado el uso de los genes». Se basaba para hacer esta afirmación en el estudio de una serie de regiones del genoma y al constatar entre ellas una simple mutación en un gen llamado Neu5Gc, que en Homo sapiens es Neu5Ac, y que tiene repercusión en el sistema inmunitario, en la composición de proteínas de las membranas celulares y en el establecimiento de conexiones intercelulares con consecuencias directas en las funciones cerebrales [5].

Por otra parte el grupo de Katherine Pollard del Instituto Glandstone de la Universidad de California, en San Francisco, ha registrado la existencia de 49 regiones del genoma humano, conocidas como «HAR», (=Human Accelerated Regions), que muestran una acumulación especialmente elevada de mutaciones a diferencia de lo que ocurre en el genoma del chimpancé. Según Pollard estas regiones han estado sometidas a una acelerada variación con consecuencias funcionales positivas como lo demuestra la selección natural que las ha favorecido desde la separación de la línea evolutiva que conduce al hombre. Así, en tan solo las 118 bases nucleotídicas de la región «HAR-1», presente en el cromosoma 20 humano, hay una acumulación de hasta 18 cambios que no aparecen en la región homóloga del genoma del chimpancé. Lo singular es que esta región está implicada en la actividad neuronal y juega un papel clave en el desarrollo de la corteza cerebral [6]. La acelerada evolución de las regiones HAR del genoma humano debe haber contribuido a una mayor compactación de las neuronas con repercusiones también en los niveles metabólicos de consumo de oxígeno, de modo que un menor consumo de energía favorece las capacidades funcionales del cerebro humano.

Por su parte el grupo de Svante Pääbo, observó un ritmo de cambio evolutivo acelerado en la región codificante de un gen llamado FoxP2 en el genoma humano [6]. Se trata de un gen que realmente existe en todos los vertebrados y que está relacionado con la capacidad del habla y otras funciones neuronales. FoxP2 codifica para una proteína reguladora que en el caso del gen humano muestra la sustitución de dos aminoácidos, no modificados en el gen homólogo del resto de los mamíferos, incluidos el chimpancé y el gorila. Esta proteína, junto con otras dependientes de otros genes, está implicada en la capacidad específicamente humana de la comunicación por medio de un lenguaje articulado. Siendo esta capacidad una de las grandes singularidades del ser humano, vemos aquí como un pequeño cambio en un simple gen puede conferir unas propiedades de dominio del entorno y de relación con los demás miembros de la especie inédita en el conjunto de la naturaleza, con consecuencias en otras capacidades de creatividad propias del hombre moderno, algo sustancial en el desarrollo del razonamiento abstracto, la inteligencia y la transmisión de experiencias.

Lo que todo esto significa es que un simple 1-2% de diferencias en el ADN de las especies, es una gran diferencia. Los estudios indicados nos demuestran cómo pequeños cambios en el genoma pueden conferir nuevas capacidades, que en el caso humano dan paso a la aparición de la autoreflexión y el aumento de la capacidad de comunicación entre los individuos y las generaciones. No importa tanto el ADN común como la calidad del ADN diferente. Una mínima diferencia puede conducir a una especie nueva, distinta y tan singular como la humana. Como consecuencia, el hombre se organiza en grupos, emigra, somete a otras especies, fabrica utensilios, aprende a utilizar el fuego, se dota de ropas para el abrigo, construye refugios, adquiere destreza para la caza y la defensa, domestica plantas silvestres y animales salvajes, conquista todo tipo de ambientes y añade nuevas cualidades a su presencia en el contexto de la naturaleza, como el sentido ético y de trascendencia.

Surge así otra de las singularidades de la especie humana. El hombre no solo transmite genes, también transmite experiencias. A la evolución biológica el hombre añade la evolución cultural. De acuerdo con Francisco Ayala, «La herencia biológica es, en el hombre, semejante a la de los demás organismos dotados de reproducción sexual y está basada en la transmisión, de padres a hijos y por medio de las células sexuales, de la información genética codificada en el ADN. La herencia cultural, por el contrario, es exclusivamente humana y reside en la transmisión de información mediante un proceso de enseñanza y aprendizaje, que es en principio independiente de la herencia biológica» [1]. Solo cabría añadir que la evolución cultural requiere para su conquista de la propia evolución de los genomas.

A partir de aquí, cabe hacer una reflexión. El conocimiento del genoma nos permite calibrar el sustrato biológico implicado en los cambios evolutivos, las adaptaciones y las capacidades de unos seres respecto a otros, pero ¿es esto suficiente para explicar la singularidad humana? La familia de los homínidos ha generado numerosas especies de las cuales solo una muestra las capacidades superiores que reconocemos en Homo sapiens. Todas ellas partieron del mismo sustrato biológico, un sustrato necesario para la aparición potencial de una especie inteligente, reflexiva y ética, pero ¿sería suficiente para ello simplemente el azar y la selección natural? Y ¿por qué solo una especie ha alcanzado los rasgos que definen la humanidad? La evolución biológica ha sido posible por igual para todas las especies y con los mismos mecanismos, como lo demuestra el registro genómico. Pero un ser tan distinto y tan especial como el ser humano parece que requiere de una explicación que trasciende el ámbito del conocimiento científico. La evolución de los grandes simios parientes del hombre nunca llegó al punto de inflexión necesario para la conquista de la capacidad de reflexión ni por ello dio lugar a la evolución cultural. Su techo evolutivo se quedó en un nivel que dista bastante del grado de conciencia de sí mismo, comportamiento, capacidad de comunicación, sentido de trascendecia y conducta ética alcanzada en la evolución humana. El sustrato biológico que alcanzó el umbral evolutivo de los homínidos pudo ser el barro del que se serviría el Creador para la aparición de un ser hecho a su imagen y semejanza.

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[1] F.J. Ayala. Origen y evolución del hombre. Alianza Editorial, Madrid 1980.
[2] A. Scally et al. «Insights into hominid evolution from the gorilla genome sequence» Nature 483 (2012): 169-175.
[3] «The Chimpanzee Sequencing and Analysis Consortium. Initial sequence of the chimpanzee genome and comparison with the human genome». Nature 437 (2005): 69-87
[4] F.C. Chen, W.H. Li. «Genomic divergences between humans and other hominoids and the effective population size of the common ancestor of humans and chimpanzees». Am J Hum Genet 68 (2001). (2): 444-456. doi:10.1086/318206.
[5] T. Giger, P. Khaitovich, M. Somel, A. Lorenc, E. Lizano, L. Harris, M. Ryan, M. Lan, M. Wayland, S. Bahn, S. Pääbo, S. «Evolution of neuronal and endothelial transcriptomes in primates». Genome Biology and Evolution 2 (2010): 284-292.
[6] K.S. Pollard, S.R. Salama, B. King, A.D. Kern, T. Dreszer, S. Katzman, A. Siepel, J.S. Pedersen, G. Bejerano, R. Baertsch, K.R. Rosenbloom, J. Kent, D. Haussler. «Forces shaping the fastest evolving regions in the human genome». PLoS Genet.2 (2006) (10): e168.
[7] S. Ptak, W. Enard, V. Wiebe, I. Hellmann, J. Krause, M. Lachmann, S. Pääbo, «Linkage disequilibrium extends across putative selected sites in FOXP2». Mol. Biol. Evol. (2009) doi:10.1093/molbev/msp143


COMPARTIENDO EL TIEMPO JUNTOS

 
LA IMPORTANCIA DE COMPARTIR EL TIEMPO JUNTOS
El amor se construye día a día 
Fuente:  Virginia University (marriage project)

Este consejo que miles de parejas lo han comprobado, lo reafirma un nuevo estudio de la Universidad de Virginia, el cual dice que los matrimonios que tienen como regla de oro, tener una cita a solas aunque sea una vez a la semana, mejora el matrimonio, y por tanto ven reducido el riesgo de divorcio casi por la mitad. 

No es la primera vez que los expertos hacen hincapié en la necesidad de convenir entre los esposos un tiempo a solas para disfrutar de la compañía mutua, sin la presión del horario laboral, las quejas de los niños o las cuentas por pagar. Este tiempo es definitivo para que la relación se fortalezca y logre la vitalidad que tal vez la rutina ha ido apagando.

Los autores del estudio explican que las palabras clave son “solo con la pareja” (no valen las salidas con amigos, parientes ni los niños) y “compartir”, entendida como la calidad del tiempo que se toman los esposos para comunicarse, para conectarse y para que disfruten el uno del otro, cosa que no es fácil cuando existen múltiples ocupaciones. 

Pocos minutos hacen la diferencia

Las citas con el cónyuge tienen un la capacidad de lograr muchos beneficios en la relación, los sociólogos encuentran los siguientes:
Mejoran la comunicación: Al poder hablar sin la distracción de los niños y el trabajo, la cita les permite hablar de las cosas que les importan y motivan: sus sueños, aspiraciones, también temores... Si hablan de sueños, pueden compartirlos, buscar objetivos comunes. Si hablan de problemas, lo hacen de forma constructiva y tranquila, proactiva, que es mejor que reaccionar por instinto y con prisas rodeado de niños o agobios. Es recomendable que las citas sean agradables, y no se usen para hablar de problemas, pero en cualquier caso debe primar siempre la necesidad de compartir entre cónyuges. Una mejor comunicación es clave del éxito matrimonial.

Disfrutar de la novedad: Las parejas con años de relación tienden a "acomodarse" y perder la emoción. Los estudios demuestran que hacer juntos cosas novedosas (desde montar a caballo, hacer una caminada, pasear por la montaña, bailar o ver puestas de sol) borra la rutina, y une a los cónyuges en un reto compartido, divertido y emocionante.

Mejora la relación romántica y sexual: Las citas añaden creatividad y emoción, y al permitir el diálogo, puede ayudar también en este campo, animar a probar cosas nuevas, nuevos ambientes, etc...Todo ello fortalece el matrimonio.

Mejora el compromiso: Si al menos hay un día destinado para la cita semanal y se asume como un compromiso inalterable, queda claro que se marca una prioridad. Lo que refuerza la sensación de unidad y la importancia de trabajar por la relación. En otras palabras, queda claro que para cada cónyuge, el otro es una prioridad.

Se aligera el estrés: Salir a divertirse en pareja, o meramente relajarse juntos, quita estrés, y eso es bueno para el matrimonio, siempre amenazado por enfermedades, problemas de dinero, conflictos en el trabajo, entre otros... Permite ver al otro sin cargas de irritabilidad o cansancio o agobio, y eso ayuda a mantener el amor conyugal.

Algunas recomendaciones

Los expertos recomiendan que algunas de esas citas a solas sean por fuera de casa para cambiar de ambiente y lograr abstraerse del entorno cotidiano, pues es posible que cuando uno de los dos esté cansado y ya se haya acomodado en casa, el plan se eche para atrás. Por eso, es mejor salir y tener una cita con antelación.

Sin embargo, algunos esposos se niegan este tiempo juntos porque dicen no tener dinero para este fin, pero en realidad para pasarla bien con la pareja no hay que gastar una fortuna. Los buenos momentos pueden vivirse dentro de la simpleza y la sencillez, tal como es el amor. Es cuestión de proponerse, de “querer querer”. Aunque si se decide hacer actividades que impliquen dinero, éste debe ser tomado como una inversión y no como un gasto. Hay que invertir en la relación matrimonial, que al final es la única riqueza y lo que verdaderamente merece la pena en la vida.